Escribir sobre feminismo, género e igualdad, es muy difícil hoy día, ya que son muchos los entendidos en la temática que siente que se profana su discurso cuando se abordan estos asuntos desde la humildad y realidad del día a día de la vida cotidiana que nos ha tocado vivir a muchas mujeres y niñas en todo el mundo
Son muchas las desigualdades que aún hay que abordar y que necesitan mano firme y dialogante para conseguir vislumbrar el camino hacia el que nos queremos dirigir. Cuando se habla de igualdad, su estereotipa desde ese imaginario colectivo, los miedos que se han ido forjando a lo largo de la trayectoria humana, en la que se construyó un sexo débil, al que además se doto de roles denigrantes que dormía y duerme en un largo sueño las múltiples inteligencia de la mujer y su capacidades.
Hoy en día, y hablo del siglo XXI, aún cargamos con todos esos miedos, que se ven más acuciados aún si cabe por las exigencias de los mercados, en los cuales, la mujer en muchas ocasiones opta por imitar el rol de los hombres para de esa forma ser más aceptada en los núcleos en los que se mueve. La lucha de muchas mujeres y hombres ha conseguido grandes avances, donde la mujer puede demostrar sus cualidades de las misma forma que los hombres, pero aún queda mucho para romper con los miedos y dar paso a lo igualitario, ya que como bien sabemos todos y todas, las brechas salariales, y las oportunidades laborales son muy desiguales entre ambos sexos, lo que hace que la mujer no llegue alcanzar su autonomía plena.
El número de mujeres en España sigue siendo mayor que el de los hombres, “en 2018, la población femenina fue mayoritaria, con 23.818.952 mujeres, lo que supone el 50,97% del total, frente a los 22.914.086 hombres que son el 49,03%. España tiene una densidad de población media, de 92 habitantes por Km2. Fuente (verne). Sin embargo, en las lista de desempleo o estadísticas de ocupación, se puede ver claramente que son las mujeres con un casi 60% las demandantes de empleo e incluso llegando al 70% en algunos casos. Estos datos nos vienen a reflejar la situación precaria por la que pasan muchas mujeres en nuestro país, siendo un hándicap para ser víctima de exclusión social y laboral. Estas mujeres se ven abocadas a trabajos en economía sumergida, una vida laboral denigrante, donde no eres valorada. Las estadísticas que existen en el instituto nacional de empleo son aún más grave si cabe, incluimos cual es la situación de mujeres de más de 45 años que están en desempleo y que poseen estudios técnicos medios y formación inferior, casi al 70%, de estas mujeres tienen serias dificultades para encontrar trabajo, los que las lleva a situaciones extremas de pobreza y dependencia.
Una gran mayoría de mujeres en el mundo hacen, trabajos no retribuidos, como son, las labores del hogar, los cuidados de sus mayores, ayudar a los maridos en las labores del campo o en la pequeña empresa familiar, sin tener por esa contribución social y laboral que hacen, ninguna prestación económica, ni reconocimiento institucional, teniendo como consecuencia, mujeres cada vez más débiles y vulneradas. Un país, un territorio, una región que no cuida de la mitad de su población, no es un país sostenible.
Pero como decíamos al principio sobre esta temática ya hay y seguirá habiendo, mucha literatura y estudios que hablan de esta problemática, y de la importancia de abordarla desde distintas perspectivas. Es por ello, que yo no me quiero centrar en lo negativo y lo desequilibrado de este problema, y si centrarme en posibles soluciones, soluciones que ya vienen de la mano de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y de la agenda 2030.
Trabajar con estos colectivos, brindarles la posibilidad de crecer y de buscar sus propias oportunidades es un eslabón importante que hay que abordar desde la cercanía, no se puede generar una mirada colectiva si no se trabaja con el conjunto del colectivo y se buscan las oportunidades de crecer de forma conjunta. Innovación, tecnología, buenas prácticas, territorialidad, aplicada a calidad de vida, vida digna, mismas oportunidades, emprendimientos, trabajar desde la cercanía de las familias, son una pequeña parte indisoluble de la sostenibilidad, de crecimiento como personas, la igualdad de oportunidades y la erradicación de las desigualdades.
La política es fundamental para conseguir un mundo más justo, sostenible y equitativo, pero, aún son muy pocas las mujeres que centran su vida al ámbito político dentro de algún partido, ya que son muchas las barreras que aún hoy siglo XXI nos quedan romper, dejando paso a las mujeres no solo como un número que represente listas paritarias, sino también desde la valía, el aporte y la representatividad, ya que, las mujeres representan, la mitad de la población mundial.
Creo que en el siglo XXI tenemos que avanzar, tenemos que construir en el aquí y ahora, un futuro más inclusivo, donde mujeres y hombres caminen lado a lado. Es momento de que junt@s rompamos estereotipos, de nuevos paradigmas, de cohesionar las distintas formas de ver la vida, de sentir la vida y de dar soluciones y respuestas rápidas, diarias, a nuevos momentos. Para poder llegar a este nuevo estadio, tenemos que actuar ahora, en este momento, en tu pequeña o gran parcela de actuación, dando la voz a quienes durante tantos siglos fueron calladas, escuchando la voz de la experiencia de los que ya sufrieron, impulsando desde la visión y la energía de las y los jóvenes nuevas formas de hacer las cosas. Innovar en políticas públicas más firmes, sin miedos, con la convicción de que la vida humana nos es posible sanamente, sin mujeres y hombres viviendo en armonía.
Mercedes C. Belloso Capitas
Psicóloga Social, Coach Territorial, Counseling y Consulting