Los ingresos de las familias españolas se encuentran actualmente por debajo de la media europea, alcanzando solo el 88% de la renta de la UE-27. Esta situación es preocupante y refleja un estancamiento en la convergencia económica con el resto de Europa, incluso en condiciones más desfavorables que hace 25 años. Estas cifras han sido reveladas en el último informe realizado por el economista Javier Santacruz, destacando la necesidad urgente de abordar esta problemática desde una perspectiva estructural.
A pesar de las mejoras en los indicadores macroeconómicos, como el aumento del PIB, los datos indican que la economía de los hogares no ha experimentado cambios positivos significativos. De hecho, el informe sugiere que es crucial implementar medidas estructurales que aborden las causas profundas de esta situación.
La situación de los jóvenes y jubilados
El informe plantea un fenómeno notable en el análisis del poder adquisitivo entre distintos grupos de la población. Mientras que los jubilados han visto aumentar su poder adquisitivo en un 16,2% por encima de la media, los jóvenes de entre 16 y 29 años están en una posición más débil, con una renta 9% inferior a la media nacional. Este contraste plantea interrogantes sobre la distribución de la riqueza en España.
Además, durante la pandemia, el ahorro de las familias ha crecido un 7% anual impulsado por la incertidumbre económica, mientras que el consumo ha registrado un incremento más modesto del 2,85%. Este comportamiento de los consumidores puede señalar una falta de confianza que, de no abordarse, podría tener un impacto negativo en el crecimiento a largo plazo de la economía española.
Dependencia de las transferencias públicas
Un aspecto aún más alarmante es la creciente dependencia de las familias de las transferencias públicas, que ha aumentado hasta un 26%. Por otro lado, la presión fiscal directa ha subido un 5,3% en comparación con los salarios y las rentas de la propiedad, lo que indica que el estado del bienestar se vuelve cada vez más críticos, mientras que los salarios continúan siendo insuficientes.
Los datos también muestran que, aunque los salarios y rentas reales han crecido un 3,90% en promedio anual entre 1999 y 2024, las transferencias públicas y los impuestos directos han superado este crecimiento, con un aumento del 4,85% y 4,43%, respectivamente. Esta situación plantea la preocupación de que depender del crecimiento económico fundamentado en el consumo público sin reforzar los salarios y las rentas de la propiedad podría generar una carga fiscal insostenible para los hogares españoles.
La necesidad de reformas estructurales
El presidente del Consejo General de los Colegios de Gestores Administrativos, Fernando Jesús Santiago Ollero, ha subrayado la necesidad urgente de reformas estructurales que permitan una recuperación real de la renta familiar. Según su perspectiva, existe un desajuste entre la macroeconomía y la microeconomía, donde los datos macroeconómicos positivos no se traducen en mejoras en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Dijo: «España necesita reformas estructurales que permitan una recuperación real de la renta familiar y una convergencia efectiva con Europa. Lo macro y lo micro no coinciden, y aunque nos repitan hasta la saciedad que somos la locomotora de Europa, nuestros negocios no se han podido subir ni al tren». Este comentario refleja la disociación entre la narrativa económica oficial y la experiencia vivida por las familias.
El impacto de la incertidumbre en el consumo
La economía de consumo está en una encrucijada, ya que la pandemia ha influido de modo significativo en el comportamiento de ahorro y gasto de los ciudadanos. La incertidumbre que se ha apoderado de los hogares ha llevado a un aumento del ahorro, lo que podría sugerir una falta de confianza en la estabilidad económica a corto y medio plazo. Las familias, al ver que su situación económica no mejora, optan por ahorrar en lugar de gastar, un comportamiento que podría ralentizar aún más la recuperación económica.
Este apretado ciclo de ahorro y falta de consumo representa un reto importante para los responsables políticos que buscan estimular el crecimiento económico. La recuperación del consumo no solo depende de la mejora de la economía general, sino también de garantizar que las familias sientan seguridad para gastar.
La convergencia con Europa sigue siendo un reto
El camino hacia una convergencia efectiva con la media europea es más complejo de lo que puede aparentar. A medida que algunos indicadores económicos muestran señales de mejora, la realidad para las familias está marcada por fluctuaciones que tienen repercusiones directas sobre el bienestar de los ciudadanos. Las desigualdades, especialmente entre jóvenes y jubilados, ponen de relieve la necesidad de políticas públicas más integradoras.
Una posible dirección futura sería implementar estrategias que fomenten el crecimiento de los salarios, combinado con una revisión crítica de las transferencias y la fiscalidad. Esto no solo podría aliviar la presión sobre los hogares, sino que también contribuiría a restaurar la confianza de los consumidores en el mercado.
El siguiente paso que los legisladores y ciudadanos deben considerar es cómo abordar estas desigualdades y mejorar la distribución del ingreso. Adaptar las políticas sociales y económicas a las necesidades actuales de la población podría ser un avance crucial hacia una sociedad más equilibrada y equitativa.