El sector eólico está manifestando la urgencia de acelerar la instalación de nueva capacidad para lograr el objetivo de 62 gigavatios (GW) en el marco del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para 2030. La falta de un aumento significativo en la instalación actual está generando preocupaciones sobre la viabilidad de cumplir con los objetivos planteados. Hasta el momento, España cuenta con más de 32 GW de potencia eólica instalada, pero el ritmo de instalación ha caído por debajo de 1 GW anual en 2023 y 2024, un hecho que contrasta con la meta de más de 3 GW esperados por el sector.
Retos en la transición energética
La presidenta de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), Rocío Sicre, subrayó que, aunque el avance en la instalación es seguro, es también lento. Para que la transición energética sea efectiva, es esencial aumentar la capacidad de instalación sin poner en jaque la sostenibilidad financiera, la competitividad y la garantía ambiental. Este enfoque requiere un trabajo continuo de transparencia y diálogo con las comunidades locales para fomentar la aceptación de los proyectos.
Sicre también destacó la importancia de incrementar la demanda eléctrica, afirmando que sin un incremento en la demanda que se alinee con la generación renovable, «cualquier avance se verá limitado». En este contexto, la electrificación de la industria y de la movilidad se presentan como factores clave para la estabilidad del sistema energético.
Secuencia necesaria para un desarrollo equilibrado
La clave de la transición está en la secuencia lógica de desarrollo: primero debe aumentarse la demanda, luego la generación y, finalmente, la flexibilidad del sistema. Un desarrollo equilibrado y sostenible no solo permitirá maximizar el uso de la energía eólica, sino que también minimizará los vertidos de generación renovable. Por ello, es crucial que todos los esfuerzos públicos y regulatorios se orienten hacia la electrificación de la economía.
En este sentido, Sicre hizo eco de las valoraciones que sugiere la Agencia Internacional de la energía (AIE), apuntando que esta electrificación representa una parte fundamental de la transformación energética que se busca alcanzar en los próximos años. Así, la colaboración entre el sector público y privado será indispensable para garantizar el éxito de estos objetivos.
Electrificación de la demanda y su impacto
En un evento paralelo, Carmen Becerril, presidenta de OMIE, también enfatizó que la senda de descarbonización de las economías en el horizonte 2030-2050 no se podrá alcanzar sin un aumento significativo en la electrificación de la demanda final de energía. Becerril explicó que OMIE está colaborando con otros operadores del mercado europeo para facilitar esta transición.
Para lograrlo, en 2025 se implementarán productos de 15 minutos en los mercados intradiarios y diarios, lo que, según Becerril, incentivará una mayor participación de las energías renovables en los mercados. Este cambio no solo contribuirá a un mayor desarrollo de las energías limpias, sino que también proporcionará un dinamismo necesario en la activación de la demanda eléctrica.
Esta transformación tiene implicaciones significativas no solo para el sector energético, sino para toda la economía española. La integración de mayores niveles de energías renovables en el mercado puede llevar a una reducción en los costos de la electricidad y a una disminución de la dependencia de combustibles fósiles, alineándose con las metas de sostenibilidad.
Desarrollo de una infraestructura adecuada
Si bien los retos son evidentes, la inversión en infraestructura adecuada será vital para facilitar esta transición. Se requiere un marco regulatorio que apoye tanto la demanda como la generación, coordinando esfuerzos entre los diferentes niveles de gobierno y el sector privado. La inversión en redes eléctricas inteligentes y almacenamiento será clave; estas tecnologías permitirán manejar la intermitencia de las energías renovables y mejorar la flexibilidad del sistema.
Además, es necesario fomentar la investigación y el desarrollo de tecnologías limpias que puedan optimizar la generación de energía eólica y solar. Cuantos más avances se logren en este ámbito, mayor será la capacidad para integrar diferentes fuentes de energía en el mix energético nacional.
Por último, la educación y sensibilización de la sociedad sobre la importancia de las energías renovables es fundamental. Un consumo consciente y comprometido por parte de los ciudadanos contribuirá a crear un entorno más favorable para el crecimiento de las energías limpias en España y a acelerar la transición hacia un modelo energético más sostenible y responsable.
La perspectiva futura del sector eólico es alentadora, pero depende en gran medida de la rapidez con la que se puedan implementar estos cambios y de la colaboración entre todos los actores involucrados. La transición energética no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad económica que puede generar empleo y desarrollo en un contexto global en constante transformación.