La red de Vodafone ha demostrado ser la más resistente durante el apagón eléctrico que afectó a España el pasado 28 de abril. Un estudio reciente ha analizado cómo la infraestructura de diversas operadoras de telecomunicaciones reaccionó ante este crucial evento. A pesar de que todos los operadores sufrieron interrupciones, Vodafone presentó un rendimiento superior en comparación con otras compañías.
Impacto en las telecomunicaciones
Durante el apagón, se registraron importantes cortes en todos los operadores españoles. Sin embargo, el informe destaca que los usuarios de la red de Vodafone tuvieron menos probabilidades de experimentar una pérdida completa del servicio. Mientras que sus competidores estaban más expuestos a cortes prolongados, Vodafone mantuvo su funcionamiento de forma más efectiva.
A medida que se desarrollaron los incidentes, Ookla identificó que, de cuatro a ocho horas después del colapso de la red, los abonados de Vodafone tenían «menos de la mitad de probabilidades de quedarse sin servicio» en comparación con los de Orange y «notablemente menos» que aquellos de Movistar o Yoigo.
Recuperación y medidas adoptadas
Vodafone no solo logró ser la más resiliente en términos de conectividad, sino que también implementó eficaces estrategias para mitigar el impacto del apagón. La directora de Tecnología y Operaciones de Vodafone España destacó en una entrevista que se apagó el 5G y se priorizaron los recursos disponibles. Además, se utilizaron generadores de gasoil que contribuyeron a mantener la red operativa durante la crisis.
Esta capacidad no solo se debe a medidas inmediatas, sino también a su «capa de autonomía energética». Aunque este sistema incluye pequeñas células que se agotan rápidamente, los grandes emplazamientos cuentan con «baterías modestas o generadores» que permitieron que Vodafone operara durante varias horas tras el apagón.
Contrastando estrategias de otras operadoras
El estudio también evaluó cómo se comportaron las redes de Orange y Movistar durante el evento. En el caso de Orange, su pico de impacto fue mucho más tardío en comparación con Vodafone, lo que sugiere una estrategia enfocada en reservar recursos en emplazamientos clave, pero dejando a muchos otros vulnerables a cortes simultáneos. Esto resultó en un mayor número de abonados sin servicio durante el apagón.
Por su parte, Movistar experimentó un descenso en sus niveles de eficacia intermedio entre Vodafone y Orange. Aunque su red también sucumbió a las interrupciones, la recuperación fue notablemente más lenta, requiriendo casi un día y medio para restablecer el servicio a menos del 2% de sus abonados. Esto ilustra cómo la presencia rural y las limitaciones económicas para instalar generadores en áreas remotas pueden agravar la situación durante crisis como estas.
Vulnerabilidad del sistema y lecciones aprendidas
El análisis de Ookla también subraya la vulnerabilidad inherente de la infraestructura de telecomunicaciones frente a cualquier interrupción del suministro eléctrico, incluso si es breve. Las conexiones móviles siguieron una trayectoria paralela a la de los incidentes eléctricos, evidenciando que estos cortes son un factor crucial a considerar para futuros planes de contingencia.
En los primeros 30 minutos tras el ‘cero energético’, más del 12% de los usuarios del operador más afectado se quedaron sin servicio. Esto destaca la rapidez con la que las pequeñas células y los emplazamientos con reservas energéticas mínimas colapsaron, convirtiendo el apagón en un problema crítico para los abonados.
La recuperación tras el apagón
La restauración de los servicios móviles fue gradual y dependió del restablecimiento paulatino de la red eléctrica. Las interrupciones continuaron en ciertas áreas, como en Andalucía y Galicia, hasta bien entrada la noche. A medida que el suministro de energía se restablecía, también lo hacía la operatividad de las telecomunicaciones, lo que resalta la interdependencia entre ambas infraestructuras.
De este evento se podrían extraer valiosas enseñanzas sobre cómo mejorar la resiliencia de los sistemas de telecomunicaciones en el futuro y evitar que una crisis energética tenga un impacto tan severo en los usuarios. La experiencia de Vodafone, así como las lecciones de Orange y Movistar, apuntan a la necesidad de dedicar más recursos a la estabilidad y autonomía energética en un mundo donde las interrupciones eléctricas son cada vez más comunes.
Es crucial que tanto los operadores como los reguladores reflexionen sobre estas vulnerabilidades y consideren cómo pueden fortalecer la infraestructura para resistir futuros desafíos. En un mundo altamente interconectado, la robustez de las telecomunicaciones es más crítica que nunca, y las decisiones que se tomen ahora tendrán un impacto duradero en la capacidad de respuesta ante cualquier crisis futura.