Los empleados de Azucarera han expresado su descontento profunda y abiertamente con las propuestas presentadas por AB Azucarera Iberia en el marco del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que la empresa ha planteado. Según ellos, estas propuestas son vistas como «una tomadura de pelo» y consideran que la voluntad de negociación por parte de la empresa es «prácticamente inexistente».
Propuestas de la empresa en el ERE
El comité de empresa ha tratado de dejar claro el enfoque de sus propias propuestas. «Nuestra idea es incentivar y hacer atractivos los traslados a otros centros, así como permitir la salida voluntaria de compañeros mayores de 58 años», argumentan. La intención detrás de estas medidas es clara: minimizar el impacto que puede tener un despido en empleados que, en muchos casos, se enfrentan a una «tragedia».
Sin embargo, el rechazo al plan de viabilidad que la empresa ha presentado no se ha hecho esperar. Los sindicatos afirman que este plan, que se compone de apenas tres hojas, resulta «insuficiente» y no ofrece garantías ni seguridad a los trabajadores. «Si este es el plan que tienen para dar confianza a sus inversores y a los empleados que se queden, apaga y vámonos», adverten con vehemencia.
La falta de documentación y las causas del ERE
En la última reunión de la comisión negociadora celebrada en Madrid, los representantes sindicales volvieron a insistir en obtener información acerca de los contratos y en la entrega de la documentación financiera y fiscal requerida con anterioridad. El comité espera que esta información les permita verificar las razones alegadas por la empresa para justificar su negativa a la entrega de documentación.
«Entendemos que lo que pedimos es fundamental para analizar las causas que se han presentado en relación al ERE, y que no coincidimos en su valoración», apuntan. De la misma manera, han cuestionado el cierre de la fábrica de La Bañeza, sugiriendo que este ha sido «maquillado» al mantener una pequeña actividad que permite a la empresa argumentar que no está cerrada del todo.
En respuesta, el asesor de la empresa reiteró las mismas razones por las cuales se ha negado a entregar la documentación solicitada. Su argumento es que este contenido «excede en lo requerido», lo que ha levantado aún más dudas y malestar entre los empleados.
Condiciones de recolocación y despidos
En medio de este escenario conflictivo, la empresa también ha manifestado que la recolocación de los 37 trabajadores fijos-discontinuos de Miranda de Ebro (Burgos) está «supeditada al cambio de contrato». Esto se debe a que las condiciones de la campaña de remolacha son diferentes a las del proceso de refino, lo que genera incertidumbre sobre el futuro de estos empleados.
Además, AB Azucarera Iberia ha propuesto mejorar hasta un 80 por ciento el plan de recolocación de la empresa LHH y ha considerado la posibilidad de recolocar a trabajadores en vacantes dentro del grupo. Sin embargo, subrayan que la subrogación contractual no es viable. En cuanto a los despidos, la empresa ha planteado realizarlos el 31 de agosto de 2025, con la opción de prorrogar hasta el 31 de diciembre de 2025 en «casos muy especiales», además de considerar la voluntariedad si hay acuerdo entre las partes.
Por si fuera poco, se ha ofrecido a los trabajadores afectados 23 días de indemnización por año trabajado, hasta un tope de 15 meses, junto con el abono proporcional del premio de antigüedad.
Expectativas en la negociación
Con todas estas propuestas sobre la mesa, los sindicatos parecen escépticos acerca de la buena fe en las negociaciones. «La presentación de un plan tan superficial no inspira confianza», afirman. La esperanza de los empleados es que las voces de sus representantes encuentren eco en la dirección de la empresa, y que se tome en serio la situación crítica que muchos trabajadores enfrentan.
Esta situación refleja no solo el conflicto interno en Azucarera, sino también el ambiente de descontento que persiste en muchas industrias ahora mismo. La necesidad de un diálogo abierto y sincero en este tipo de negociaciones es más crucial que nunca.
Al final del día, las decisiones que se tomen en las salas de negociación no solo afectan a los trabajadores, sino que también tienen una repercusión en el tejido económico local y en la industria en su conjunto. La forma en que se aborde esta situación podría sentar un precedente para futuros casos similares. En este contexto incierto, vale la pena observar cómo se desarrollan los acontecimientos y qué repercusiones tendrán en la comunidad afectada.