El precio del minicrédito ha escalado de manera notable en el último año, alcanzando cifras que pueden asustar al ciudadano de a pie. En 2025, la TAE de estos préstamos se ha situado en un asombroso 3.417,4%, lo que significa un aumento del 138% en comparación con 2024. Este incremento se aproxima a los niveles más altos que se observaron durante la pandemia de Covid-19.
El impacto de los minicréditos a corto plazo
Adentrándonos en el tipo de productos ofrecidos, el minicrédito que se debe devolver en 60 días presenta una TAE media del 1.492,60%, lo que representa un aumento del 213% respecto al año anterior. Este tipo de crédito, al estar destinado a plazos más largos, ha visto cómo sus costes se han disparado desde el 557,50% TAE registrado en 2023.
Si hablamos en términos más concretos, solicitar 300 euros a devolver en 30 días costaría al prestatario unos 103,42 euros solo en intereses. Por otro lado, pedir la misma cantidad a 60 días implica un promedio de 141,20 euros en intereses, aunque este valor puede fluctuar según la entidad que ofrezca el minicrédito.
La paradoja de los tipos de interés en el contexto actual
Un factor que resulta interesante es que estos incrementos en los precios de los minicréditos se producen en un contexto de disminución de los tipos de interés general. Según las estadísticas del Banco de España, el tipo medio ponderado de los préstamos al consumo ha caído del 7,78% del pasado año al 7,05% en 2025. Esto genera una contradicción: ¿cómo es posible que los precios de los minicréditos se eleven en un entorno donde los tipos de interés tienden a bajar?
Aquí es donde Asufin hace una observación crucial. El único segmento que ha disminuido sus costos es el minicrédito a muy corto plazo, específicamente el que se solicita a apenas 7 días. Sin embargo, esto no es un alivio para el consumidor, ya que este tipo de minicrédito tiene una TAE que alcanza los 45.450%. Esta cifra puede resultar chocante, pero es importante recordar que se expresa en términos anuales, lo que resalta la necesidad de leer correctamente estos índices.
Un cambio en la tendencia: menos cantidades y mayores plazos
Otro aspecto que merece atención es el cambio en las solicitudes de minicréditos. Observamos un «leve descenso en cantidades y un mayor en plazos», lo que se traduce en créditos de mayores importes pero con menos duración. Este desajuste puede ser perjudicial para el consumidor, ya que puede llevar a la necesidad de solicitar préstamos de mayor cuantía sin un aumento proporcional del tiempo para su devolución.
Se está generando así una situación que podría resultar en mayores problemas de devolución, incrementando el riesgo de incurrir en impagos. En otras palabras, la estructura de estos créditos podría estar empujando a los ciudadanos hacia una zona de riesgo financiero, que no solo afecta su economía inmediata, sino que además impacta en su historia crediticia a largo plazo.
¿Qué significa esto para el consumidor?
Todo lo anterior plantea la necesidad de que los consumidores se informen adecuadamente antes de asumir una deuda de este tipo. La creciente disparidad entre el plazo de crédito y la cantidad solicitada da lugar a preguntas cruciales sobre la salud financiera de quienes se ven obligados a recurrir a estas opciones. Es imprescindible que cada potencial prestatario reflexione sobre si realmente necesita ese minicrédito o si podría buscar alternativas más sostenibles.
Además, es fundamental que quienes se embarquen en la solicitud de un minicrédito lo hagan con una correcta comprensión de los términos que lo rodean. Las cifras pueden ser abrumadoras, y el riesgo de impago puede estar latente si no se maneja adecuadamente la situación. Por esta razón, es recomendable evaluar todas las opciones disponibles y no dejarse llevar únicamente por la urgencia del momento.
Esta situación económica pone en evidencia una serie de desafíos que enfrentan muchas personas, una realidad que no podemos ignorar. ¿Estamos preparados para afrontar los retos financieros que se avecinan? Reflexionar sobre nuestra propia relación con el crédito puede ser el primer paso hacia una gestión financiera más responsable y saludable en el futuro.