Las secciones sindicales de UGT FICA, CCOO de Industria y ELA han decidido convocar una huelga este viernes, que afectará a más de 9.000 empleados de Iberdrola en España. Esta acción se justifica por la «paralización de la negociación colectiva» y la negativa de la compañía a asegurar el poder adquisitivo de su plantilla. La situación es preocupante y demanda atención urgente, especialmente en un contexto donde los trabajadores sienten que su bienestar está comprometido.
Contexto de la negociación colectiva
Los sindicatos han señalado que la negociación del convenio se abrió el 15 de enero y, desde entonces, han enfrentado obstáculos significativos en sus intentos por llegar a un acuerdo. La empresa no ha mostrado disposición para discutir la pérdida de poder adquisitivo, que se estima en más del 15% acumulado entre 2021 y 2024. La falta de consenso en elementos cruciales, como la reducción de la jornada laboral y la propuesta de incrementos salariales, añade más complejidad a un proceso que, según los sindicatos, debería ser más fluido y colaborativo.
La actitud de Iberdrola ha generado inquietud entre sus trabajadores. En un comunicado, UGT FICA expresó su descontento, al subrayar que la empresa se niega a garantizar el poder adquisitivo de su plantilla, a pesar de los beneficios millonarios obtenidos. Los datos de beneficios históricos alcanzados en 2024, que superan los 5.600 millones de euros, son un fuerte argumento para cuestionar la postura de la dirección en la mesa de negociación.
Las cifras no mienten
La discrepancia entre el aumento salarial y el Índice de Precios al Consumo (IPC) es alarmante. En los últimos cuatro años, el incremento salarial ha sido del 2,8%, mientras que el IPC ha alcanzado un 18,10%. Esto ha resultado en una pérdida acumulada de poder adquisitivo del 15,30%, un panorama que muchos trabajadores consideran inadmisible.
El sindicato también ha destacado que, a pesar de las dificultades en la negociación, Iberdrola ha continuado distribuyendo dividendos y retribuciones elevadas a su alta dirección. El 11% de la plantilla recibe ya el 30% de la masa salarial total, lo que plantea interrogantes sobre la equidad en la remuneración. Dentro de la empresa existe una notable disparidad salarial, donde las diferencias pueden alcanzar las 40 veces entre el salario más alto y el más bajo, excluyendo a los directivos de alto nivel.
Llamado a la acción
La jornada de huelga no es un hecho aislado, sino que forma parte de una serie de movilizaciones que se han emprendido ante lo que los sindicatos consideran una «injustificable posición» de Iberdrola en el proceso de negociación colectiva. El mensaje es claro: no se puede aceptar que los trabajadores vean mermada su capacidad adquisitiva mientras la empresa reporta crecientes beneficios.
A esto se añade que la empresa ha rechazado propuestas de mínimos que surgieron de los representantes sindicales, tales como una garantía de mantenimiento del poder adquisitivo alineada con el IPC real. Este tipo de decisiones generan un clima de desconfianza y tensión, que podría tener repercusiones no solo para los trabajadores, sino también para la imagen de la compañía en el mercado.
Disparidades en la retribución
El descontento va más allá de los números. La sensación de injusticia incrementa entre la plantilla, quienes ven cómo las diferencias salariales se traducen en realidades muy distintas de vida y trabajo. La reflexión aquí es pertinente: ¿puede una empresa que reporta beneficios tan significativos permitir que su plantilla sufra en términos de poder adquisitivo? La respuesta no es sencilla, pero indudablemente requiere un análisis profundo.
Con la convocatoria de esta huelga, los sindicatos hacen un llamado a la reflexión, tanto de la empresa como de la sociedad en general. Es crucial que se valore el esfuerzo y la dedicación de los trabajadores que, al final del día, son los que sostienen la estructura de una compañía con tanto renombre como Iberdrola.
La realidad de la economía laboral actual es compleja y desafiante. Mientras algunas empresas continúan prosperando, la responsabilidad de cuidar a su fuerza laboral debe ser igualmente prioritaria. Así, el desenlace de esta situación no solo afectará a los empleados de Iberdrola, sino que podría sentar un precedente para otras compañías en un contexto donde las relaciones laborales son cada vez más scrutinadas.
En definitiva, la situación actual en Iberdrola invita a una reflexión más amplia sobre el poder adquisitivo y la equidad en el lugar de trabajo, temas que deben estar en el centro del debate económico y social. La respuesta de la compañía ante este movimiento podría determinar tanto el futuro inmediato de sus empleados como el marco general de las relaciones laborales en el sector.