El presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, ha pedido a las autoridades europeas «eficientar» la regulación bancaria y ajustar el impacto de la sostenibilidad ante el nuevo escenario geopolítico que se abre. Durante un evento reciente organizado por IESE, el encuentro abordó la importancia de la banca en la transformación energética y los retos que enfrenta el sector.
El rol de Europa en la sostenibilidad
Escotet, quien también es el principal accionista de la entidad, con cerca del 85% del banco, enfatizó que comprende el deseo de Europa de liderar la transformación energética. Sin embargo, advirtió que la regulación actual necesita adaptarse al nuevo contexto internacional. En sus palabras, «creo que Europa debe de ajustar ese ritmo y no frenar la competitividad». Este punto es esencial, ya que la aplicación del marco de sostenibilidad actual podría «destruir ventajas comparativas» para las instituciones financieras.
El presidente de Abanca no se detuvo ahí. También expresó su preocupación sobre lo que considera un intento de convertir a la banca en «el policía verde». En contraposición, subrayó que el papel de los bancos debería ser el de un catalizador, impulsando la sostenibilidad en lugar de imponerla de manera rígida y regulada.
La hiperrregulación del sector bancario
Por otro lado, el presidente de la entidad ha señalado que Europa enfrenta un grave problema de hiperrregulación. Ésta ha llevado al sector bancario a incurrir en «costes innecesarios» que afectan la eficiencia y la capitalización de las entidades. Uno de los ejemplos claros que expuso fue el coste para Abanca en la emisión de instrumentos para cumplir con los requisitos mínimos de fondos propios y pasivos elegibles (MREL, por sus siglas en inglés), que asciende a unos impresionantes 200 millones de euros.
La realidad es que la regulación, aunque necesaria en su momento, ya no se ajusta a las condiciones del mercado actual. «Es el momento de plantearse alternativas distintas», afirmó Escotet. En este sentido, sugirió que sería adecuado buscar formas de eficientar la regulación para aliviar la carga financiera sobre los bancos.
La necesidad de revaluar la regulación bancaria
Escotet subrayó que la regulación en su momento tuvo un propósito claro, orientado a aumentar la estabilidad del sistema financiero. Sin embargo, la evolución de la banca ha generado un contexto diferente, donde las condiciones macroeconómicas y la dinámica del mercado requieren un enfoque más flexible. Este cambio es esencial para fomentar la innovación y mejorar la competitividad de las entidades financieras.
¿No es tiempo de replantearse cómo las normativas afectan el panorama bancario? La idea de mantener una regulación que limite el crecimiento y la adaptabilidad de los bancos podría ser perjudicial, no solo para las instituciones, sino también para la economía en su conjunto. El equilibrio es clave: normas que protejan, pero que no paralicen.
Un llamado a la acción
Además, el presidente de Abanca instó a las autoridades a considerar la evolución continua del sector financiero. La transformación digital, el auge de las fintechs y las nuevas formas de financiación son elementos que deberían ser tenidos en cuenta a la hora de legislar. La regulación no debe ser un freno, sino un motor de desarrollo que potencie lo mejor de cada sector.
La bancarización y el acceso a servicios financieros deben ser un objetivo primordial. La capacidad de las instituciones para adaptarse a los cambios del mercado y a las necesidades de los clientes también debería ser una prioridad en la formulación de normativas. Por ende, la colaboración entre el sector privado y público es fundamental para abordar estos desafíos, siempre buscando mejorar tanto la sostenibilidad como la competitividad.
Reflexiones sobre el futuro bancario
Finalmente, la conversación sobre la regulación y su impacto en el sector bancario es más relevante que nunca. La situación actual invita a un examen crítico de cómo se regulan las instituciones financieras y cómo estas normativas se traducen en acciones concretas en el mercado. La meta debería ser una banca que no solo cumpla con su deber regulativo, sino que también incentive la innovación, respete el medio ambiente y, al fin y al cabo, atienda las necesidades de todos los ciudadanos.
A medida que avanzamos hacia un futuro incierto, es crucial que tanto reguladores como banqueros mantengan un diálogo abierto y constructivo. La capacidad de adaptación y la eficacia de la regulación serán determinantes para el éxito del sector bancario en los próximos años. ¿Puede la banca europea ser el faro de un nuevo modelo que combine sostenibilidad y competitividad? Solo el tiempo lo dirá.