A medida que avanza el año, el clima económico parece tomar nuevos giros, y el sector bancario en España no es la excepción. En este contexto, el Banco de España ha emitido un informe que resalta la presión fiscal que enfrenta la banca, aunque señala que, por el momento, el impacto sobre los beneficios y la rentabilidad ha sido limitado.
Presión fiscal sobre la banca
El Informe de Estabilidad Financiera nos muestra que, aunque hay una mayor presión fiscal sobre el sector bancario, esta sigue “detrayendo una fracción limitada” de la mejora de los beneficios. Este hecho resalta la necesidad de estar atentos a los cambios regulatorios, ya que un mayor impuesto podría tener efectos considerables a largo plazo.
Sin el impacto del gravamen extraordinario que afecta tanto a los beneficios de 2023 como a los de 2024, el crecimiento interanual del resultado neto habría sido similar, alcanzando un 21,7%. A su vez, el retorno sobre activos (ROA) se habría situado en 0,97% y la rentabilidad sobre fondos propios (ROE) habría llegado al 14,7%, mientras que actualmente se encuentra en 14,1%.
Sin embargo, el informe señala que «la sustitución de este gravamen por un nuevo impuesto prolongará el incremento de la presión fiscal sobre el sector al menos hasta 2026». La pregunta es, ¿qué impacto tendrá esto en la capacidad de los bancos para operar de manera efectiva en el futuro?
Consecuencias del nuevo impuesto a la banca
El Banco de España ha manifestado su preocupación acerca del nuevo impuesto a la banca que entrará en vigor a finales de 2024. A través de su informe, se comparte la opinión del Banco Central Europeo (BCE) sobre las repercusiones que podría tener este gravamen. Según el BCE, el impuesto podría reducir la capacidad de resistencia del sector bancario ante perturbaciones económicas y generar «efectos económicos adversos».
El nuevo diseño del impuesto se separa de la categoría de prestación patrimonial no tributaria y se convierte en un impuesto formal, incluyendo deducciones a través del Impuesto sobre Sociedades y una escala progresiva en función de los ingresos obtenidos.
Además, el BCE advirtió sobre el posible impacto negativo en la capacidad de las entidades para conceder crédito, lo que podría traducirse en condiciones menos favorables para los clientes que buscan préstamos y otros servicios bancarios. Este punto es crucial, ya que un acceso limitado al crédito podría afectar la recuperación económica a largo plazo.
El impacto del gravamen temporal
Es relevante entender que, aunque no se menciona específicamente en el informe del Banco de España, el Gobierno había establecido en un decreto ómnibus de diciembre de 2023 que las entidades tendrían que contabilizar tanto el gravamen temporal como el nuevo impuesto en el ejercicio de 2025. Esto sin duda complicaría las cuentas anuales de los bancos.
De hecho, el rechazo en el Congreso a este decreto dejó en suspenso la contabilización del gravamen temporal, mientras los bancos ya están incorporando en sus resultados el impacto del nuevo impuesto que se pagará en 2026. Esta situación es delicada, ya que podría crear incertidumbre en la operación del sector bancario.
A principios de mayo, el Ministerio de Hacienda apuntó que se estaba trabajando en una orden para contabilizar lo correspondiente al gravamen temporal, lo que podría ofrecer un poco de claridad en un panorama volátil.
¿Qué nos dice el futuro sobre la rentabilidad bancaria?
En medio de este torbellino, el Banco de España también destaca que la rentabilidad de la banca española ha logrado superar de manera sostenida a la de otros sistemas bancarios de la UE. Esto se atribuye principalmente al impulso del margen de intereses, que ha ayudado a compensar un coste del riesgo que se ha mantenido estable en los últimos años.
Es interesante notar que la distribución de los resultados, tanto en dividendos como en recompras, ha aumentado en términos absolutos. En 2024, el peso del beneficio distribuido al accionista sobre los activos ponderados por riesgo se ha incrementado hasta 1,1%, el nivel más alto en años. Esto no solo mejora el atractivo del sector para los inversores, sino que también indica que los bancos están en una posición favorable.
No obstante, este aumento en la distribución de beneficios también significa un menor reforzamiento de la solvencia en tiempos de incertidumbre. Es fundamental considerar cómo esto podría afectar la capacidad de los bancos para manejar futuros desafíos económicos.
Consideraciones finales en un contexto de incertidumbre
El BCE ha fijado un punto de vigilancia sobre el nuevo impuesto y su impacto en la estabilidad financiera del sector. Además, ha hecho énfasis en realizar un seguimiento constante de las implicaciones económicas que pueden derivarse de estos cambios. En un entorno de incertidumbre, esta vigilancia se vuelve un elemento clave para garantizar que el sector bancario continúe siendo resiliente.
Si se cumplen las expectativas del mercado y los tipos de interés continúan su descenso, podríamos ver un cambio en el impulso del margen de intereses. Esta situación, aunada al contexto global, plantea varios riesgos que podrían afectar la rentabilidad del sector. La pregunta que queda en el aire es: ¿estará preparado el sistema financiero para adaptarse a estos desafíos y mantener su estabilidad?
En resumen, el panorama para la banca española está lleno de matices y retos. Mantenerse al tanto de estas dinámicas será clave no solo para las entidades financieras, sino también para los ciudadanos y la economía en general.