Los fenómenos climáticos como las inundaciones, sequías o incendios están cada vez más presentes en nuestras vidas. Aunque quizás no lo percibas, estos eventos no solo afectan al medio ambiente y a la sociedad, sino que tienen el potencial de amenazar nuestra estabilidad financiera. Según un reciente informe del Consejo de Estabilidad Financiera, los impactos de estos fenómenos pueden transmitirse a través de diversos canales, llevando a situaciones como ventas apresuradas de activos, restricciones en el crédito y aumentos en las primas de seguros.
Impactos directos de los fenómenos climáticos
El supervisor global ha resaltado que las vulnerabilidades climáticas en el sistema financiero, cuando se agravan por ‘shocks’ climáticos, pueden ser difíciles de prever. Esto se debe a la incertidumbre que rodea tanto los momentos en que pueden ocurrir como la magnitud de sus efectos. Por lo tanto, no es sorprendente que entidades financieras y economistas estén prestando cada vez más atención a estos riesgos.
En este marco, es importante entender que estas sacudidas climáticas no se manifiestan solo de manera aislada. Pueden surgir de cambios abruptos en políticas, innovaciones tecnológicas o incluso cambios en las preferencias de los consumidores. Además, su impacto puede aumentar cuando se combinan con peligros físicos, como inundaciones o huracanes.
Interacción entre riesgo climático y estabilidad financiera
Notablemente, el informe advierte que estos riesgos pueden provocar ciclos de retroalimentación entre el sistema financiero y la economía real. Estas interacciones son particularmente complejas y peligrosas. Cuando se produce una reducción en los préstamos bancarios o se limita la cobertura de seguros, los riesgos relacionados con peligros físicos pueden transferirse a otros sectores, incluyendo potencialmente al sector público como respaldo de última instancia.
Dicha transferencia de riesgo podría tener repercusiones redistributivas significativas, generando nuevas preocupaciones sobre la estabilidad financiera. En última instancia, los efectos mutuos de estos riesgos pueden debilitar el sistema financiero y crear riesgo sistémico en áreas como el crédito, el mercado y la liquidez, lo que, a su vez, puede reducir la actividad económica.
El fenómeno de las primas de seguros
En el análisis del impacto del riesgo físico climático en los mercados inmobiliarios, el consejo ha detectado que las primas de seguros han aumentado en áreas vulnerables. Este ajuste en las primas refleja tanto los aumentos esperados como los realizados en los riesgos asociados. Algunas aseguradoras han decidido incluso retirarse de mercados que consideran demasiado arriesgados, lo que podría generar un vacío en la cobertura de riesgos.
Desde una perspectiva global, es preocupante observar que las brechas de protección de los seguros son considerables y esenciales en este sentido. Recientemente, se ha informado que en 2023, el 62% de las pérdidas globales por desastres naturales no estaban aseguradas, y esta proporción ha permanecido prácticamente constante en los últimos años. ¿Te has preguntado alguna vez cómo afectará esto a las comunidades más vulnerables?
Consecuencias a largo plazo
Sin lugar a dudas, los riesgos climáticos opacos y mal gestionados pueden generar ‘shocks’ correlacionados cuyo impacto se magnifica a medida que se propagan a través del sistema financiero. Estos efectos en cascada no son solo teóricos; están empezando a manifestarse en la práctica. Las preocupaciones sobre el equilibrio financiero se vuelven así más apremiantes, lo que provoca una urgente necesidad de mayor atención y acción en materia de gestión de riesgos climáticos.
Con todo esto en mente, vale la pena reflexionar sobre cómo el mercado financiero, la economía real y los fenómenos climáticos están interconectados de maneras que a menudo no vemos. El futuro de las inversiones, la seguridad económica y la estabilidad de nuestras comunidades dependerá de nuestra capacidad para adaptarnos y gestionar estos riesgos de manera efectiva. A medida que la atención se dirige cada vez más hacia la sostenibilidad y la resiliencia financiera, es imperativo que estemos alertas a estas dinámicas y busquemos formas de mitigar los riesgos que se avecinan. Puede que lo que hoy parece un fenómeno distante, mañana se convierta en una realidad ineludible a la que deberemos hacer frente. ¿Estamos verdaderamente preparados para ello?