Los empleados con nacionalidad solo española han pasado de representar el 67% del total del sector en el año 2019 al 58% en 2024. Este descenso representa un cambio significativo en la composición del empleo en la hostelería, donde los trabajadores extranjeros han dejado de ser una minoría para convertirse en un pilar fundamental. Actualmente, los trabajadores de origen foráneo constituyen el 42% de la totalidad de los ocupados en este sector, evidenciando una tendencia creciente que se refleja en los datos.
Composición del empleo en la hostelería
Los últimos análisis indican que la representación de los empleados foráneos ha crecido considerablemente. En 2024, estos trabajadores alcanzaron un 30,7% del total de ocupados en la hostelería, en comparación con el 26% registrado en 2019. Además, los trabajadores con doble nacionalidad han incrementado su participación, pasando del 6,9% en 2019 al 11,2% en el presente año.
Más específicamente, al concluir el año 2024, el número de empleados únicamente españoles se encontraba en 1,07 millones, lo que representa una disminución del 7% en comparación con los datos de 2019. Esta cifra evidencia una pérdida de peso en el sector, que ha visto descender la fuerza de trabajo nacional en 13.000 trabajadores.
El impacto de esta tendencia se hace evidente tanto en los servicios de alojamiento como en los servicios de comida y bebidas. En los servicios de alojamiento, los empleados españoles representaban un 71,3% en 2019, mientras que en 2024 esa cifra se redujo al 62,3%. Por su parte, la representación de empleados extranjeros en este segmento ha crecido al 28%, lo cual implica un aumento de 5,6 puntos porcentuales desde 2019.
Segmentación en el mercado laboral
El análisis de los datos revela un patrón similar en el segmento de comida y bebidas, donde la proporción de empleados españoles pasó del 65,8% en 2019 al 56,7% en 2024. En contraste, la participación de empleados extranjeros en este sector ha incrementado del 27,1% al 31,5%. Asimismo, los trabajadores con doble nacionalidad han visto un aumento del 7,2% a 11,8%, indicando una amalgama creciente de perfiles laborales que enriquecen el sector.
La fluidez en el empleo extranjero, junto con el creciente peso de nacionalidades diversas, puede interpretarse como un signo positivo de adaptación ante un mercado laboral que exige cada vez más versatilidad. Las cifras sugieren que la hostelería, de ser un sector predominantemente nacional, se está transformando en uno con una fuerza laboral más globalizada, lo que podría influir en la dinámica de mercado y la oferta de servicios.
El reto del relevo generacional
El informe también pone de manifiesto el reto del reemplazo generacional al que se enfrenta el sector. Esta situación se traduce en la necesidad de incorporar empleados extranjeros para cubrir las vacantes generadas por la jubilación o la transición de trabajadores nacionales a otros sectores. La demografía de la fuerza laboral en hostelería muestra que al cierre de 2024, un 49% de los empleados en servicios de alojamiento tiene 45 años o más, mientras que este porcentaje se mantiene en un 45% para los servicios de comidas y bebidas.
Esta tendencia denota una urgencia crítica por parte de las empresas para atraer talento más joven. El envejecimiento de la plantilla activa requiere estrategias innovadoras para mantener la competitividad, lo que a su vez acentúa la dependencia de mano de obra extranjera.
El informe de Randstad también subraya que sin la contribución de estos trabajadores foráneos, el crecimiento de la ocupación no habría sido posible, dado que desde 2019, el empleo en la hostelería ha aumentado un 7,4%, aumentando el total a 1,84 millones de personas en este sector. Esto coloca a la población inmigrante como un elemento crítico que sostiene el crecimiento en un sector que, para muchos, es sinónimo de la recuperación económica post-pandemia.
Las implicaciones de esta nueva realidad laboral son vastas y profundas, no solo para el sector de la hostelería, sino también para la economía nacional en su conjunto. La creciente diversidad en la mano de obra no solo atiende a las necesidades de mercado sino que también podría ser un catalizador para la innovación y la competitividad en un entorno global cambiante. En este contexto, el análisis de la composición laboral y sus cambios futuros resulta esencial para anticipar y adaptar estrategias que respondan a las dinámicas económicas emergentes.