Sacyr, la reconocida empresa española, ha logrado marcar un hito en Chile al ser adjudicataria de la mayor concesión de infraestructura del país hasta la fecha. A partir del próximo 1 de julio, la compañía comenzará a operar una concesión de autopistas que se extenderá por 30 años, con una inversión prevista de 1.600 millones de dólares (equivalente a 1.430 millones de euros).
Detalles de la concesión
Esta concesión, que comprende la Ruta 68 ‘Interconexión Vial Santiago-Valparaíso-Viña del Mar’, conecta las regiones Metropolitana y de Valparaíso, situadas en el centro de Chile. El contrato cuenta con una extensión total de 141 kilómetros, lo que permitirá no solo la ampliación de la carretera, sino también la mejora de la infraestructura vial. Esto incluye aumentar a tres y cuatro pistas en ciertos sectores, la incorporación de una nueva tercera calzada, la construcción de dos nuevos túneles y el desarrollo de zonas de áreas verdes.
Además, este proyecto enriquece la cartera de Sacyr Concesiones en Chile, que ya cuenta con diez activos en operación. Entre estos se encuentra la Ruta del Itata, adjudicada también recientemente, reflejando el compromiso continuo de Sacyr con el desarrollo de la infraestructura en el país.
Competencia y adjudicación
La adjudicación de esta importante concesión no fue un camino fácil. Sacyr se enfrentó a un competidor fuerte: Grupo Costanera, concesionaria que es propiedad de Mundys, un accionista italiano de Abertis, junto con el fondo de pensiones canadiense CPPIB. Este último no logró hacerse con la concesión debido a presentar una oferta más cara en comparación con la propuesta de Sacyr. Este tipo de competencia demuestra no solo la importancia de la inversión en infraestructura, sino también la capacidad de las empresas para competir en el ámbito internacional.
Historia y trayectoria de Sacyr en Chile
La historia de Sacyr en Chile se remonta a 1996, cuando recibió su primera adjudicación para la construcción y operación de la autopista Los Vilos-La Serena. Esto marcó el inicio de su participación en el sistema de concesiones chileno, y desde entonces, la empresa ha desarrollado proyectos en sus tres áreas clave: Concesiones, Ingeniería e Infraestructuras y Agua.
Con más de dos décadas de trayectoria en el país, Sacyr ha logrado convertirse en un jugador principal en el sector de infraestructura. Ha llevado a cabo múltiples proyectos que no solo impactan positivamente en la movilidad de las personas, sino también en la conectividad de diversas regiones que beneficiarán a miles de usuarios.
Impacto económico y social
Además de los beneficios operativos, la concesión tiene implicaciones más amplias para la economía local. La inversión de 1.600 millones de dólares se traduce en la creación de numerosos empleos, tanto durante la construcción como en la operación de la autopista. Esto es crucial en escenarios donde el desarrollo económico es fundamental para mejorar la calidad de vida de las comunidades.
Asimismo, el proyecto tiene como objetivo mejorar la movilidad urbana y regional, lo que contribuye a un menor tiempo de desplazamiento y reduce la congestión vehicular. Este tipo de proyectos no solo promueven el crecimiento económico, sino que también generan un impacto significativo en la sostenibilidad de las ciudades.
El futuro de las concesiones en Chile
Con esta nueva adjudicación, Sacyr se posiciona favorablemente en el camino de seguir expandiendo su presencia en Chile. La empresa demuestra su compromiso no solo con el desarrollo de infraestructura vial, sino con la adaptación a las necesidades cambiantes de la población y el respeto al medio ambiente. Al contemplar la construcción de áreas verdes en el marco de este proyecto, se busca integrar la infraestructura con el entorno natural.
A medida que avanza este proceso, será interesante observar cómo otros actores del mercado responderán a este movimiento y qué innovaciones propondrán para seguir compitiendo en un sector que exige constantes mejoras y adaptaciones.
Así, la concesión de Sacyr no solo representa una victoria para la empresa, sino también un paso adelante para la infraestructura chilena, invitándonos a reflexionar sobre el impacto de estos proyectos en nuestras comunidades y en el desarrollo económico de la región.