Cuerva se presenta a la reelección en un contexto de controversia
Gerardo Cuerva, actual presidente de Cepyme, ámbito que ha dirigido desde 2019, se prepara para enfrentarse a Ángela de Miguel, la presidenta de la Confederación Vallisoletana de Empresarios CEOE-Cepyme, en las elecciones programadas para el 20 de mayo. Este proceso electoral no solo pone a prueba las habilidades de Cuerva, sino que también revela un trasfondo de tensiones dentro de la organización, intensificadas por el respaldo que De Miguel ha recibido del presidente de CEOE, Antonio Garamendi.
Durante su gestión, Cuerva ha tomado medidas audaces, como la propuesta de una reforma del reglamento interno de la Confederación, que limita el voto delegado. Esta reforma fue aprobada por la Junta Directiva, pero no contó con la aprobación del Comité Ejecutivo, lo que desató una serie de discusiones sobre la legalidad de las decisiones tomadas. A pesar de estas dificultades, el pasado viernes, Cepyme emitió un comunicado reafirmando el compromiso de Cuerva de mantener la delegación del voto de manera extraordinaria, un aspecto fundamental para las elecciones.
La importancia de la voz de las pymes
En medio de esta contienda, Cuerva defiende su candidatura como una forma de «dar voz» a las pequeñas y medianas empresas. En un encuentro reciente con los medios, subrayó que las pymes necesitan ser representadas adecuadamente, especialmente en tiempos de desafíos económicos. «El papel de Cepyme debe ser el mismo, independientemente de quién sea el presidente. Ha de ser la voz de las pymes para esa defensa», afirmó Cuerva.
Según Cuerva, su enfoque busca proteger y promover los intereses de este sector vital para la economía española. Las pymes, que representan alrededor del 99% del tejido empresarial en España, requieren un respaldo sólido que trascienda las diferencias políticas o de liderazgo. «Jamás ha faltado ningún profesional de Cepyme a sus obligaciones», añadió el presidente al rechazar las críticas de inacción formuladas por De Miguel.
Controversia con Ángela de Miguel
La tensión en este contexto electoral se ha centrado en las declaraciones de Ángela de Miguel, quien ha criticado a Cuerva por, según sus palabras, «dejar la silla vacía» en las mesas de negociación social. «Poner en duda eso es faltar al trabajo de Cepyme», respondió Cuerva, defendiendo tanto su gestión como el compromiso del equipo que lo acompaña. Este enfrentamiento no solo muestra una lucha por el liderazgo de Cepyme, sino también un conflicto de intereses sobre cómo debe ser representada la voz de las pymes.
La presidenta de la Confederación Vallisoletana ha buscado establecer una narrativa que cuestione la efectividad del liderazgo de Cuerva, lo que ha llevado a un aumento en la crítica y el escrutinio de su trabajo al frente de Cepyme. La Asociación de Empresarios ha mantenido siempre un papel activo en las negociaciones, y Cuerva enfatiza que esto jamás ha estado en duda.
Expectativas para las elecciones del 20 de mayo
A medida que se acercan las elecciones, Cuerva ha expresado un optimismo renovado sobre el futuro de Cepyme. Ha destacado la necesidad de que los procesos electorales sean completamente «transparentes», lo que les permitirá a los miembros decidir el rumbo de la Confederación. «Afronto las elecciones con ganas y un fuerte deseo de seguir defendiendo a las pymes», enfatizó Cuerva.
En este clima de incertidumbre, los recientes cambios en el reglamento interno presentan un desafío adicional. Las medidas adoptadas por Cuerva fueron vistas por algunos como un movimiento estratégico para consolidar su liderazgo, mientras que otros consideran que limitan la democracia interna del organismo. Sin embargo, la decisión de mantener la posibilidad de voto delegado puede considerarse un intento de restaurar la confianza entre las diversas facciones dentro de la Confederación.
Perspectivas a largo plazo
Desde su llegada a la presidencia en 2019, Cuerva ha conseguido ganarse la confianza de un amplio espectro de organizaciones miembro de Cepyme, siendo reelegido en 2021 con un respaldo unánime del Comité Ejecutivo. No obstante, el apoyo de Garamendi a De Miguel ha agudizado las líneas divisorias en la organización y ha resaltado la incertidumbre sobre el futuro liderazgo de Cepyme.
Cuerva argumenta que la unidad en la acción empresarial es crucial, pero también mantiene la importancia de una auténtica «voz de las pymes» que represente sus intereses. Es fundamental que, independientemente del contexto político, las pequeñas y medianas empresas reciban la atención que merecen, un aspecto que Cuerva está decidido a promover.
Este intenso proceso electoral no solo afectará a los candidatos y a las organizaciones que representan, sino que también tendrá un impacto significativo en el conjunto del ecosistema empresarial español. La capacidad de Cepyme para abogar efectivamente por las pymes podría determinar mucho más que el futuro de su liderazgo, sino también el rumbo de un sector que representa la columna vertebral de la economía.
La situación actual invita a reflexionar sobre la esencialidad de una representación adecuada para las pymes, más allá de las disputas individuales en el liderazgo. ¿Estamos realmente preparados para escuchar y valorar las voces que sostienen la economía? La respuesta a esta pregunta podría ser crucial para el desarrollo futuro del panorama empresarial en España.