El crecimiento del empleo en España ha mostrado una tendencia preocupante tras la elevación del salario mínimo interprofesional (SMI) del año 2019. En específico, las empresas más pequeñas, aquellas con menos de cinco trabajadoras, han sido las más afectadas por esta medida, con consecuencias que calan hondo en su estructura laboral.
Destrucción de empleo en empresas pequeñas
El impacto de la subida del SMI ha sido drástico en las pequeñas empresas. Según los datos, «se destruyó empleo en las empresas más pequeñas, donde la subida se comió todo el crecimiento del empleo y algo más», explica Marcel Jansen, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. Esta afirmación resalta una realidad muy alarmante para estas empresas, donde el 100% de los empleados ganaba menos de 900 euros al mes.
De hecho, en estas empresas, el incremento del SMI ha llevado a una reducción significativa en las oportunidades de empleo. Ser parte de un establecimiento que fue muy afectado ha disminuido en 5,6 puntos porcentuales las oportunidades laborales. Esta situación muestra un claro contraste con las empresas más grandes, que, aunque no han destruido puestos de trabajo, sí han cambiado la calidad del mismo, reduciendo horas trabajadas y la duración de contratos.
El estudio realizado por Fedea señala que cerca del 40% de las ganancias potenciales de la subida del SMI se vieron contrarrestadas por los ajustes en las plantillas. Esto genera una preocupación considerable sobre cómo pequeñas empresas pueden adaptarse a las nuevas normativas sin perjudicar su viabilidad.
Impacto general del SMI en diferentes tipos de empresas
A nivel agregado, el análisis revela que la subida del SMI afectó a un 21% de los establecimientos en España. Esto significa que uno de cada cinco tenía al menos un trabajador cuyo salario estaba por debajo de la nueva cifra establecida. En las empresas medianas, la afectación se tradujo en que la mitad de sus trabajadores se vieron impactados, mientras que en las compañías más grandes, aquellas con más de 250 empleados, solo un escaso 2% se vio afectado.
El crecimiento del empleo ha disminuido en 4,5 puntos porcentuales en aquellas empresas donde todos los trabajadores estaban bajo el nuevo umbral salarial. Sin embargo, el efecto en compañías más grandes se considera “insignificante”, lo que genera una clara disparidad en cómo diferentes tamaños de empresas experimentan el impacto del SMI.
Es importante destacar que, en promedio, la disminución en la tasa de crecimiento del empleo fue de entre 0,5 y un punto porcentual entre todas las empresas afectadas. Esto se traduce en una reducción “moderada”, dado que el empleo empezaba a crecer a un ritmo de alrededor del 3% antes de la implementación del nuevo SMI.
El incremento salarial fue de 11,4 puntos
Por su parte, el aumento del SMI del 2019 se tradujo en un incremento salarial de 11,4 puntos porcentuales en aquellas empresas en las que toda la plantilla se vio afectada por esta normativa. Según se observa, el crecimiento salarial fue progresivamente menor conforme disminuía la proporción de trabajadores impactados. Por ejemplo, en las empresas donde solo la mitad de la plantilla se encontraba afectada, el aumento fue de 5,7 puntos porcentuales.
Este panorama plantea cruciales interrogantes sobre la capacidad de las empresas para adaptarse a un entorno laboral legislado de forma rígida. ¿Está el SMI diseñado para estar en consonancia con la realidad económica del país o, por el contrario, se convierte en un corsé que limita la flexibilidad necesaria para navegar en tiempos de crisis?
Plantean un SMI por edades
En este contexto, Jansen también ha propuesto la idea de un salario mínimo adaptado en función de la edad o el perfil de los trabajadores. Esta propuesta, que ya se implementa en países como Alemania, podría permitir que el SMI sea inferior para los jóvenes, quienes, tradicionalmente, cuentan con menos experiencia y, a menudo, viven con sus familias.
Para el experto, es esencial contar con una comisión de expertos que asesore sobre el margen disponible para las subidas del SMI y que, de algún modo, contribuya a un diseño más eficaz y flexible de esta normativa. Esto es clave, especialmente en un entorno donde los incrementos periódicos del SMI desde 2018 han comenzado a generar una «rigidez a la baja» en los salarios. Si los salarios se acercan demasiado al SMI, esto podría repercutir negativamente en la dinámica salarial en tiempos de recesión.
Además, Jansen advierte del efecto “contraproducente” que podría tener la fijación del SMI en función del 60% del salario medio, una medida que el Ministerio de Trabajo busca impulsar, ya que podría eliminar el margen de adaptación necesario para las fluctuaciones del mercado laboral.
En definitiva, el panorama laboral español se enfrenta a desafíos significativos tras la implementación de nuevas normativas en torno al salario mínimo. Las pequeñas empresas están en una encrucijada, y es innegable que las decisiones tomadas hoy influirán en el futuro del empleo en el país. Con una mirada atenta hacia la realidad económica, resulta imprescindible reflexionar sobre cómo se pueden equilibrar las necesidades de los trabajadores con la viabilidad de los empleadores, así como considerar la creación de soluciones más adaptativas que beneficien a todos los actores implicados.